Para mí, la luz natural es la fuente de luz más hermosa en fotografía de alimentos.
Aunque fue frustrante cuando empecé con la fotografía, ya que cambia constantemente según las estaciones, las horas y los lugares, aprendí a observarla y a utilizarla lo mejor posible con el paso de los años. Hoy, esa versatilidad es precisamente la que despierta en mí todo el interés, del mismo modo que la belleza de la luz natural.
Con un poco de práctica, tú también puedes dominar el uso de la luz natural y convertirla en tu mejor aliada para tus sesiones de fotos. Hoy te cuento unos consejos sobre cómo elegirla y utilizarla en la fotografía de alimentos.
IMPORTANTE: antes de estudiar la luz que tienes a tu disposición, asegúrate de apagar todas las fuentes de luz artificial que haya cerca (lámparas, plafones, etc.), ya que alterarán los reflejos, las sombras y los colores de los alimentos.
También es importante utilizar una sola fuente de luz. La fuente de luz natural suele ser una ventana (excepto en el caso de sesiones de fotos en exteriores).
Si hay varias ventanas en la habitación donde vas a hacer las fotos, te aconsejo que bloquees las entradas de luz que no sean la fuente principal que vas a utilizar para la sesión (con cortinas, cartones...).
Ahora ya es hora de observar.
Como menciona Bea Lubas en su libro How To Photograph Food:
"Conviértete en un observador de la luz
y sigue observándolo toda tu vida".
Aprender a observar la luz requiere un periodo de prueba. Equivocarse nos ayudará a entender qué luz funciona mejor para tus fotos y encontrar la que más se adapta a tu estilo.
¿Dónde tomar tus fotos?
Un buen ejercicio para evaluar las diferentes fuentes de luz en tu casa es fotografiar el mismo objeto a diferentes horas del día y en diferentes lugares, y luego observar y comparar los resultados. ¿Qué luz prefieres? Observa las sombras en tus fotos, mira cómo la luz afecta al objeto, sus colores, su textura... Hay muchas cosas que pueden afectar a la luz natural, desde la época del año hasta el tiempo, pasando por los colores de las paredes (las paredes de color crearán diferentes tonos de color en tu foto, una pared blanca reflejará más luz que una pared oscura, etc.)
Sé consciente de ello observando constantemente la luz que te rodea.
El lugar más obvio no siempre es el más adecuado. En mi caso, siempre hacía las fotos desde mi salón o estudio, donde las ventanas dan al noreste, por lo que tenía una luz relativamente suave. Sin embargo, en invierno, la luz tiende a ser un poco más fría, y me di cuenta de que para tomas más cálidas, la ventana de mi cocina, aunque sea más estrecha, era más adecuada para algunas tomas.
La dirección de la luz :
Fíjate también en cómo afecta la dirección de la luz a tu plato. En la fotografía de alimentos, la dirección más habitual es sin duda desde el lado de su sujeto. Suele ser muy favorecedora y da un bonito contraste a la comida:
La luz que viene de atrás también es muy interesante para la fotografía de bebidas o para resaltar los líquidos (como una sopa) y la textura de los alimentos, como en el ejemplo siguiente:
Evita siempre la luz frontal (desde donde está tu cámara), o desde arriba de tu sujeto (como sería el caso de una luz de techo). Hacen que la comida parezca muy plana y sin vida, y sus imágenes perderán dimensión.
Intensidad de la luz
Cuanto más lejos estés de tu fuente de luz, menos intensa será. Esto parece lógico, pero es importante observar estos cambios y hacer algunas pruebas para tomar conciencia de cómo la distancia entre el sujeto y la fuente de luz afectará a la foto.
Personalmente, me gusta colocarme lo más cerca posible de la fuente de luz para obtener toda su intensidad y conseguir buenos contrastes en el sujeto. Pero es una elección personal, así que depende de ti encontrar lo que mejor te funcione. Si buscas un estilo menos contrastado, aléjate de la fuente de luz y observa cómo las sombras son mucho más suaves.
Cambiar la luz :
Los difusores y los reflectores son excelentes herramientas para cambiar la luz.
Los primeros suelen ser telas transparentes y se colocan entre la fuente de luz natural (la ventana) y el sujeto (en nuestro caso, los alimentos). Suavizan y difuminan la luz de la ventana para que no sea demasiado intensa en la comida.
Son especialmente útiles cuando la fuente de luz es muy potente, como la luz solar directa. Si no tienes un difusor, puedes utilizar cortinas, sábanas blancas o papel de horno blanco. Con un poco de creatividad, puedes hacer un estudio fotográfico con un presupuesto muy reducido.
Los reflectores son de colores sólidos (normalmente blancos, negros, plateados o dorados) y reflejan la luz hacia el objeto. Por ejemplo, si tu ventana está al lado izquierdo de la comida, el lado derecho puede ser un poco oscuro. El uso de un reflector blanco al lado derecho, frente a la fuente de luz, ayudará a reflejarla en las zonas más oscuras de la foto. Por otro lado, si quieres una atmósfera más contrastada, puedes utilizar un reflector negro (o una sábana negra, etc.) para intensificar los contrastes en tu foto, como en el ejemplo siguiente:
Es todo por hoy, pero pronto volveré con la segunda parte de mis consejos, en la que hablaremos de los ajustes de la cámara.
¿Tienes alguna pregunta? Pregúntalas en los comentarios y estaré encantado de contestarte.
Hasta pronto,
Mélanie
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Studio Tahini
Fotografía de comida y productos
08025 Barcelona
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